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domingo, 28 de junio de 2009

La Evolución se ha Detenido.

Nuestra especie ha alcanzado su pináculo biológico y ya no evolucionará, afirman algunos científicos. Los cambios aleatorios, claves en la evolución según Darwin, no se producen. Las sustancias químicas, en forma de medicamentos para enfermedades que tienen más que ver con el marketing que con patologías reales, y la contaminación, también han alterado la genética humana. Mientras tanto, los seres humanos somos 10.000 veces más comunes de lo que deberíamos ser. ¿El motivo? El estilo de vida demasiado occidental que hemos practicado. Eso sí, los países en desarrollo, todavía evaden este modelo de agotamiento.

Para leer mejor este artículo, te recomendamos lo hagas escuchando "Hombre esquizoide del Siglo XXI" de King Crimson.



¿GAME OVER?


“Hasta aquí llegamos, muchachos”, podría haber sido el título de la ponencia de profesor Steve Jones, durante el debate de la Royal Society de Edimburgo: "¿Se ha detenido la evolución?".

Porque para aquellos que sueñan con una vida mejor, la ciencia parece tener una mala noticia: éste, es el mejor nivel de evolución que supimos conseguir. No more. Nuestra especie ha alcanzado su pináculo biológico y ya no es capaz de mejorar. "Las cosas simplemente han dejado de ir cada vez mejor, o peor aún, para nuestra especie.", afirmó el prestigioso director del Dpto. de Biología del University College of London.[1]

No está solo. Esta, también es la cruda y controvertida visión de un grupo de biólogos que creen que el estilo de vida occidental ha maniatado las fuerzas que la humanidad ha utilizado hasta hoy para dar forma al Homo Sapiens.

“Al observar a las personas de la Europa de hace sólo 50.000 años atrás, durante la Edad de Piedra, asumiríamos que la tendencia es que se hacen más grandes y más fuertes todo el tiempo", sostuvo el profesor Chris Stringer, del Museo de Historia Natural de Londres. “Pero de pronto, abruptamente, estas personas fueron reemplazadas por una luminosa, elevada y muy alta inteligencia de gente llegada de África. Simplemente no es posible predecir la evolución de eventos como este. ¿Quién sabe dónde nos dirigimos?"

El punto de vista es polémico, dado que otros científicos sostienen que la humanidad todavía está influenciada por las fuerzas de la evolución que ha creado la infinidad de especies que han habitado la Tierra durante los últimos tres mil millones de años.

Lo que se debatió en la Conferencia de la Royal Society de Edimburgo, es que los seres humanos seríamos cada vez menos brillantes y más neuróticos; con signos de una creciente disminución de la inteligencia y de la solidez física y neuronal; mientras que científicos como Jones, ven la evidencia que hemos llegado a un punto muerto. Todos basan sus argumentos en los mismos principios de la selección natural.

Para que la evolución funcione, según las tesis de Darwin, se necesitan tres componentes: selección natural, mutación y cambios aleatorios. Sin embargo, debido a los avances en tecnología y medicina, ya no son sólo los más fuertes los que sobreviven, los que pasarán sus genes a la siguiente generación.

Por ejemplo: hemos reducido inesperadamente nuestras tasas de mutación debido a los cambios en nuestros patrones reproductivos. Estos patrones reproductivos incluyen cambios sociales como los patrones de pareja y la anticoncepción. “Lo más probable es que lo único que pasarán los padres de 35 años o más a sus hijos, serán mutaciones genéticas”, dice S. Jones.

Además, las sustancias químicas y la contaminación también han alterado la genética humana. Sin embargo, estas pautas sólo afectan al mundo occidental: en el mundo en desarrollo, todavía se observan los tres componentes darwinianos de la evolución.

Para Jones, empero, lo más notorio es que ha habido una reducción en los cambios aleatorios de la raza humana. "Hoy en día los humanos somos 10.000 veces más comunes de lo que deberíamos ser, si nos basamos en las reglas del reino animal, y esto se debe a la agricultura y las formas de alimentación", dice el científico.

"En todo el mundo todas las poblaciones están cada vez más conectadas y las posibilidades de cambios aleatorios se están reduciendo".

Según el experto "nos estamos mezclando en una especie de masa global y el futuro ya no será blanco y negro, sino café".

"Creo que sí habrá cambios -afirma Jones- pero nuestros cambios no serán físicos, sino mentales". (http://www.guardian.co.uk/Archive/Article/0,4273,4348751,00.html)

¿A qué se refiere con ‘cambios mentales’? Enigmático, no dió pista alguna, aunque se puede inferir que, si la evolución natural alcanzó su cenit, lo que sigue es la decadencia. Claro que en este punto, la inteligencia humana puede jugar su partido. Al menos es lo que piensa el grupo ETC[2] cuando habla de nano-medicina. “Las nuevas tecnologías nano-escalares nos ofrecen intervenciones que pretenden que nuestros cuerpos serán más fuertes, más hábiles, más duraderos (…) profesan la noción de que aun el cuerpo más saludable puede ser mejorado mediante la tecnología, avizoran una nueva manera de pensar en la salud. (Así) el estado óptimo de salud cambiaría constantemente dependiendo de lo que la “industria del refinamiento” pusiera a disposición en el mercado. Ya sabemos del mareador ritmo que imponen los refinamientos del software de los ordenadores y que podemos quedar aislados del ciberespacio si no compramos el escalamiento más reciente. ¿Cuántos de nosotros estamos listos para Homo Sapiens 2.0?”
(http://www.etcgroup.org/es/materiales/publicaciones.html?ppage=3&limit=50&language=Spanish)

Sin embargo, algo más profundo está sucediendo con el sistema inmunológico humano y nuestra capacidad de adaptación al ambiente. Algo que no es ajeno al cambio climático global, los sistemas de extracción de recursos naturales y los estilos de vida en todos los niveles sociales, agravándose dramáticamente en los miles de millones hacinados en las ciudades. Aunque lo peor, parece, está por venir.

La medicina, desde hace tiempo, sabe que no se trata solamente de investigación, diagnóstico y tratamiento (o prevención, al nivel de la atención primaria de salud), sino de una visión global, más abarcativa, que involucra aspectos que van más allá del sistema sanitario.

El ejemplo más candente y peligroso, es la proliferación de enfermedades como nunca antes en la historia. Proliferación que tal vez sea sólo nominativa pero que han transformado nuestra vida en un trastorno médico.

En un muy buen artículo para BBC, Alasdair Cross (http://news.bbc.co.uk/2/hi/health/7967851.stm) hace referencia a este fenómeno, que cada vez más, se multiplica sin pausa: “pareciera que una nueva enfermedad se inventa cada semana, que abarcan todas las posibles peculiaridades del comportamiento humano”. Síndrome de piernas inquietas, desorden de ansiedad social, disfunción sexual femenina, síndrome de culto a las celebridades…, son parte de un fenómeno ¿lingüístico antes que biológico?, que se transforma en psicosomático y que acaba por dar la razón a Caetano Veloso y aquello que "de cerca nadie es normal".

Los datos que expone Cross, indicarían que algo no funciona bien, en el vasto universo de “La Condición Médica”: por ejemplo, un 10% de los niños norteamericanos son diagnosticados con problemas de conducta, de modo que se les administra regularmente Ritalin, un medicamento cuyo uso no solo no parece mejorar significativamente esos problemas, sino que además, produce una considerable adicción al producto.

Otra perla: el 10% de los niños británicos tienen algún tipo de trastorno mental clínicamente reconocible y en Gran Bretaña, en 2007, se expidieron 34 millones de recetas médicas de antidepresivos; esto a pesar de la conclusión de un estudio llevado a cabo por científicos del Reino Unido y EEUU, que examinaron los datos existentes sobre ese tipo de substancias, incluidos los de pruebas clínicas que los laboratorios se negaron a publicar en su momento.

“Los antidepresivos de nueva generación no funcionan, salvo en los casos más graves y en la mayoría de los pacientes sólo tienen un efecto de placebo”, explicó Irving Kirsch, del departamento de Psicología de la Universidad de Hull, citado por Nature Neurociencie.

Los fabricantes de Prozac y Seroxat, dos de los antidepresivos más vendidos en el mundo, expresaron su desacuerdo con el informe. La constante clasificación de grandes franjas de la conducta humana como padecimientos o enfermedades (y las subsiguientes drogas para tratarlos) ha llamado la atención de la comunidad académica.

La historiadora de Medicina Louise Foxcroft, dice que algunas conductas como la disfunción sexual femenina o la "escala de la firmeza de la erección" (sic, ¿sabían que existía algo así? Incluso tiene una sigla en inglés, EHS) son, de alguna manera, parte de ciertas y sutiles manifestaciones del marketing de los laboratorios (como el de aquellos que producen Viagra o similares).

La televisión está saturada de comerciales sobre antidepresivos, sobre fármacos que tratan la conducta o la tensión premenstrual, tanto, que a estas alturas cualquiera que se detenga por un instante en medio de esta vorágine se preguntará: “¿por qué se combate tanto a las inofensivas ‘drogas recreativas’?”. Por cierto, en medio de este cuadro, es imposible definir qué es la "normalidad" y por lo general suele definírsela por ‘lo que no es’.

La Triple Hélice
Pero la pálida que nos provoca esta idea que nuestra evolución “llegó hasta acá nomás”, se enfrenta a una tesis que si bien tiene mucho de refutación, en parte tiene también de confirmación. Se trata del libro “La Triple Hélice: Gen, Organismo y Medioambiente”, de uno de los científicos más reputados (y no por su madre) en la actualidad: Richard Lewontin. Richard es un biólogo evolutivo, genetista y filósofo de biología, nacido en 1929 en EEUU. Además de desarrollar las bases matemáticas de la genética de poblaciones, Lewontin ayudó a establecer las bases de la evolución molecular.

Según Lewontin, la selección natural no limita su ejercicio a los genes, sino que células, organismos, demes (variaciones fenotípicas preponderantes en diversas poblaciones de una misma especie), especies y clados (cada una de las ramas del árbol filogenético) pueden actuar también como unidades evolutivas.

Para Lewontin, una comprensión apropiada del organismo ha de enfatizar su papel como constructor activo de su entorno; donde la relación organismo-medio es recíproca y dialéctica. Los individuos no son determinados simplemente por la interacción entre genes y ambiente, sino también por eventos aleatorios que la ciencia no es capaz de controlar.

Ni los genes ni el medioambiente, son completamente determinantes.

En esto coincide con el Profe Steve Jones. Los procesos aleatorios son claves: para Richard es imprescindible incorporar la contingencia, la dependencia de las condiciones iniciales y “el camino ya recorrido”.

“Se trata, sobre todo, de una construcción recíproca de organismos y medio ambiente”, afirma. “El organismo propone y el ambiente dispone”; no existe de un lado el organismo y del otro el ambiente, ya que cada organismo tiene un ambiente específico. Es el organismo el que constituye su ambiente como tal. El concepto más cercano, entonces, sería el de co–evolución del organismo y el ambiente en que se desenvuelve. “Aparte de las patologías, la mayoría de las veces es imposible asignar una causa única a un efecto global en un organismo vivo”.

“Podemos definir la normalidad como el estado en el cual ninguna cadena causal controla el organismo”.

Lewontin refuta el darwinismo comprobando que, aparte de evoluciones cuantitativas como la de la talla o diferencias de cronología del desarrollo (maduración acelerada), hacen falta varias mudanzas para modificar cualitativamente las capacidades de adaptación, lo que es muy improbable.

"El tiempo necesario para que una mudanza se produzca y alcance un significado suficientemente elevado para tener una influencia sobre el proceso de selección, es del mismo orden de dimensiones que la vida útil de una especie, cerca de 10 millones de años" (p. 108). ¡Menos mal!

Los Dientes de Antes No Usaban Colgate


¿Cuántos millones de años, fueron necesarios para que nuestros dientes tornaran más débiles?

Los cráneos de nuestros primeros ancestros demuestran, según Mark Spencer y Caitlin Scherein, de la Universidad de Arizona, que nuestros dientes se fueron endureciendo hasta adquirir una formidable capacidad para romper a mordiscos, cáscaras muy duras de frutos secos (que en realidad eran la base de nuestra dieta). Esto ocurría dos millones y medio de años atrás.

Desde siempre, los seres humanos nos hemos ajustado a las cambiantes condiciones del entorno (por ejemplo, la abundancia o escasez de alimentos que nos permitieran sobrevivir).

La biomecánica de la alimentación y la ecología dietética del Australopitecus africanus, nuestro ancestro, fue estudiada utilizando modelos informáticos y tecnologías de simulación.

La conclusión de Spencer y Caitlin es que las mandíbulas de nuestros tatara-tatara-tatara-tataras abuelos, podían asumir y resistir la acción de resquebrajar las cáscaras más duras. El agrandamiento de los premolares y el robusto esmalte dental (hoy evidentemente debilitado a pesar de que, para fortalecerlo, nos venden más productos que nunca) eran características de aquellos hombres primitivos, antes que empezaran a fabricar herramientas de piedra.

Aunque mucha gente aún cree en la veracidad de esos auténticos clichés populares, que muestran a nuestros tatara-tatara-tatara-tataras abuelos en las cavernas, dedicados a la caza de animales para sobrevivir, cuando en realidad la caza era apenas una parte constitutiva (y lujosa, como hoy) de la dieta de aquellos años iniciales de la humanidad.

Los Habsburgo no eran Aleatorios, ¿Viste?


En todo el mundo todas las poblaciones están cada vez más conectadas y las posibilidades de cambios aleatorios se están reduciendo. Es decir, la falta de variedad –digámoslo así- y de sorpresa, hace que nuestra evolución no siga los caminos habituales para el reino al que pertenecemos; si es que todavía pertenecemos a alguno.

El reino de los Habsburgo, parece que se extinguió de cosas por el estilo.

Científicos españoles afirman que encontraron evidencia genética de que los Habsburgo llegaron a su fin por la alta frecuencia de cruzamiento entre individuos de la misma familia (ausencia de cambios aleatorios).

"Lo que hemos hecho es demostrar desde el punto de vista genético la hipótesis de que la dinastía se extinguió por un problema de consanguinidad", sostiene el profesor Gonzalo Álvarez, quien dirigió la investigación en la Universidad de Santiago de Compostela, en España. (http://www.plataformasinc.es/index.php/esl/Noticias/La-endogamia-provoco-la-extincion-de-la-rama-espanola-de-la-dinastia-Habsburgo).

Eran tiempos en que las alianzas políticas incluían lechos matrimoniales y en el caso de los Habsburgo (o Austria), fueron –parece ser- demasiadas alianzas políticas, cuyo resultado fue, demasiados flujos consanguíneos circulando por lechos maritales.

Con información genealógica de Carlos II y 3.000 parientes y antepasados procedentes de 16 generaciones, los científicos calcularon el coeficiente de consanguinidad de cada individuo. Este coeficiente es un valor que indica la probabilidad de que un individuo reciba dos genes idénticos por descendencia debido a la cercanía de sus padres.

El asunto es que los coeficientes de consanguinidad llegaban a niveles muy altos a medida que pasaban las generaciones. El valor de Felipe I, el fundador de la dinastía, es de 0,02 y el de Carlos II, quien marca el final de la dinastía, de 0,25, lo que significa que el 25% de su genoma era autocigótico (homocigótico e idénticos,  tal como sugiere la Prof. Mg. Silvia Graciela Valdano 3) y se constituyó en un blanco de enfermedades genéticas, afirma la investigación.

Muchos de estos valores de consanguinidad son consecuencia de cruces entre primos, tíos y sobrinas, primos segundos, etc.

Entre los Habsburgo, nueve de los 11 matrimonios que tuvieron lugar durante 200 años fueron consanguíneos, incluidos dos de tíos y sobrinas, uno entre primos y uno entre hermanos.

El Hechizado

Los investigadores descubrieron que dos enfermedades genéticas que se conocen hoy día, la deficiencia de hormona pituitaria y la acidosis renal tubular distal, explicarían los síntomas clínicos que Carlos II manifestó a lo largo de su vida y que le valieron el mote de El Hechizado.

El apelativo tenía su razón de ser: Carlos II tardó mucho tiempo en caminar; también en hablar y por si esto fuera poco, pasó los últimos años de su vida postrado en la cama, dado que no podía mantenerse en pié.

La pregunta del millón es: ¿llegará la evolución del hombre del occidente desarrollado, al nivel de Carlos II?

Parece difícil; al menos mientras existamos los subdesarrollados.

El asunto es que el modelo de progreso y desarrollo que hemos bendecido, en términos genéticos y ambientales, esta out. Y si seguimos así, la evolución nos pondrá el fatídico cartelito “Game Over”. Y chau pescau.

Por cierto, se ha descubierto que el material genético de los piojos (que no el del grupo musical) es completamente diferente al de todos los animales conocidos hasta ahora. ¿Hacia allá vamos?

[1] Entre sus muchos premios, se encuentran: Rhone-Poulenc book prize; Yorkshire Post first book prize en 1994; la Medalla Royal Society Faraday para la comprensión pública de la ciencia, en 1997; BP Natural World Book Prize, en 1999 y 2000; la Medalla del Institute of Biology Charter, en 2002 y el Irwin Prize for Secularist of the Year, en 2006.

[2] El Grupo ETC se concentra en la investigación y análisis de la información tecnológica (particularmente, pero no exclusivamente, recursos genéticos de las plantas, las biotecnologías y –en general— la diversidad biológica), y en el desarrollo de opciones socioeconómicas de las nuevas tecnologías.


[3] 

martes, 23 de junio de 2009

La Ciencia y La Ficción

“La misión de la ciencia es iluminar la vida y no, gobernarla”, escribía M. Bakunin hace más de 150 años. Nietzche, sostenía que el verdadero poder radicaba en el conocimiento. Pocos, mejor que J. G. Ballard, escritor de ese género llamado ciencia ficción y recientemente fallecido, comprendieron en toda su extensión estos pensamientos.

Para leer, sugerimos escuchar "Captain Marvel", de Chic Corea






DE LA CIENCIA A LA FICCIÓN, IDA Y VUELTA...

Ballard no escribe ciencia ficción, comprende el poder del conocimiento científico e intenta alertarnos sobre lo que vendría, tal como Maquiavelo en “El Príncipe” quiso explicarnos cómo nos somete el príncipe. A Ballard le desesperaba lo que él llamaba “la muerte del afecto”, característica de nuestra época y por eso exhibe las atrocidades que vislumbra. Anticipó el cambio climático en El mundo sumergido (62), donde se deshielan los polos y en La sequía (62) y describió las comunidades y barrios cerrados antes de que existieran (High Rise, 1975, Running Wild, 1988 y Noches de cocaína, 1996) sabiendo que el futuro era el aislamiento social. Reflexiones hiper-lúcidas sobre los efectos psicológicos del desarrollo científico, tecnológico y ambiental y sobre el “Progreso”.
J.G. Ballard. Foto: www.dunedinlibraries.com
Estudio donde Ballard solía escribir. Foto: www.guardian.co.uk

Es uno de los escritores preferidos del rock. Basta escuchar ‘Atrocity Exhibition’, de Joy Division; ‘Airbag’ y ‘My Iron Lung’ de Radiohead o ‘Always Crashing in the Same Car’ de David Bowie. Tal vez por eso el punk y el heavy metal lo toman hasta literalmente y no a Jorge Luis Borges, un escritor que amaba el rock porque sostenía que era terrible pero vital y en su cumpleaños, su canción favorita era ‘The Wall’ (Pink Floyd). (María Kodama, La Jornada de Méjico, 30/1/09).

Pero, ¿la ciencia se resume en las anticipaciones punk y heavys de Ballard? Richard Feynman (11/5/1918 – 1988) parece sostener lo contrario. Feynman es el padre de la nanotecnología. En 1959 desafía a trabajar en una escala aún más pequeña que la escala atómica. "Podríamos escribir todo el contenido de la Enciclopaedia Britannica (40 millones de palabras) en la cabeza de un alfiler". Lo dice con la convicción de quien sabe que está iluminando la vida. ‘Hay mucho lugar en el Fondo’, es el título del discurso que inauguraba este siglo. El “Fondo”, claro, era el fondo del átomo.

Richard Feynman, el Premio Nobel de Física que desfiló en el carnaval de Río, tocando percusión. Foto: wikipedia

En verdad Feynman, Premio Nobel de Física en 1965, tenía actitudes más cercanas a Mick Jagger (Rolling Stones) que a un premio nobel. Casi hace estallar un laboratorio por un experimento diseñado para ganar una apuesta; puso su firma para que no cerraran un bar de chicas en topless al cual concurría en forma habitual; acompañó como percusionista obras de teatro independiente y desfiló en una escola de samba en el carnaval de Río tocando el pandeiro. Solía burlarse de los matemáticos: "si pones un teorema matemático en palabras de la calle, queda algo ridículamente obvio. Por ejemplo, el Teorema de Bolzano dice: Si f es una función continua en un intervalo y tiene signos diferentes en los extremos del mismo, existe un punto interior al intervalo en donde la función se anula. En palabras de la calle esto es: Si ahora estás en la playa y luego estás buceando, en algún momento deberías haber cruzado la superficie del mar".
Algo más seriecito era Paul Feyerabend (1924-1994) un filósofo de la ciencia, creador del anarquismo epistemológico y uno de los dos autores de la Tesis de la Inconmensurabilidad.

Paul Feyerabend, en una típica pose científica. Foto: windoweb.com

Contra el método (1975) es una crítica de la lógica del método científico racionalista, apoyada en un estudio detallado de episodios claves de la historia de la ciencia. Denuncia que hay un esfuerzo para encerrar el proceso científico dentro de los límites del racionalismo y que los científicos se someten a restricciones en su manera de pensar, de actuar y de expresarse.

En Adiós a la razón (1987) sostiene que la ciencia es como el arte, en el sentido que no hay un "progreso" ni una "verdad" sino simples cambios de estilo. Las ideas occidentales no son las mejores ni tampoco el ideal al que debe aspirar la humanidad. Atribuye un status equiparable al de la ciencia a la astrología o la medicina alternativa.

Cierto, la revalorización de Ballard vuelve a poner en tela de juicio, no sólo hacia dónde va la ciencia sino la idea misma de ‘progreso’. ¿Este mundo es el “progreso” soñado? Este de hoy, donde a través del celular es posible realizar tomografías a miles de kmts. de distancia; este del chip electro-óptico que trabaja a la velocidad de la luz; el de la píldora cámara (ver El Deber, 17/2/08); el de la nanotecnología que descontamina las aguas de los ríos; éste, que cura y asesina con la misma precisión científica desarrollada exactamente en los mismos laboratorios, tanto para curar como para asesinar.

En abril 08, la revista científica Nature, publicaba en su editorial la necesidad de ‘Abolir la Segregación entre la Ciencia y el Público, explicando la investigación científica mediante lúdicas analogías, para animar el debate con no-especialistas’. Sacar el laboratorio a la calle, de modo que la gente pueda discutir sobre ciencia.
Ori Cheyenovsky, Director del Centro de Nano-Ciencia de la Universidad de Tel Aviv, explicaba que la gente debería hablar sobre ciencia como opina sobre fútbol. Si esto sucediera con la ciencia, seguramente Ballard sería, en efecto, un escritor de ciencia ficción; Feyerabend el Messi de la filosofía de la ciencia y Feynman, hubiera coronado el sueño de Bakunin cuando, con un sarcasmo propio de John Lennon, declaró: “la ciencia es como el sexo. Seguro que tiene un fin práctico, pero no es por ello que lo hacemos”.


Ciencia en estado quimicamente puro. Foto: autorizada de todas maneras...

Es necesario popularizar la ciencia para no caer en el absurdo que han caído en el Estado de Florida (EEUU), donde por falta de debate público, todavía subsiste una norma que prohíbe mantener relaciones sexuales con un puerco-espín (¿?).

Relaciones sexuales con un puerco-espín

UNA PEQUEÑA DUDA CIENTÍFICA

Leer escuchando Led Zeppelin, "Babe I'm Gonna Leave You",




Comiendo unos alcauciles y pensando en lo dificultoso que es comerlos, hojita por hojita –como debería mascarse la hojita de coca- aunque en este caso, raspando con la mandíbula superior y mojándolos en el caldo con limón y pimienta, se me dió por investigar sobre el alcaucil y cuáles son las bondades que le brinda a nuestro cuerpo. Bien, parece que el alcaucil o alcachofa, aporta importantes cantidades de fibra y favorece el tránsito intestinal, mejorando el estreñimiento. También, por contener inulina, puede contribuir a la reducción del riesgo de enfermedades degenerativas como las enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo II, obesidad, osteoporosis o cáncer.
Pero hay que diferenciar entre la alcachofa (receptáculo carnoso que envuelve la flor) utilizada como alimento y las hojas, que hacen del alcaucil una planta medicinal que ayuda a combatir las afecciones del hígado y de la vesícula biliar, que también es antidiarreico y aperitivo y hasta elimina el colesterol de la sangre.

La alcachofa tiene las mismas propiedades que las hojas y aunque posee los principios activos en bastante menor cantidad, es un buen alimento para diabéticos. Debe consumirse lo antes posible después de su cocción, pues se altera fácilmente y desarrolla toxinas. Además, las madres que amamantan, deben evitar su ingestión ya que los principios amargos harían adquirir a la leche materna un sabor desagradable y sería rechazada por el bebé; si bien el jugo de hojas verdes, mezclado con azúcar y agua, sirve como remedio terapéutico y es útil para depurar el hígado y para purificar el riñón. El origen del alcaucil está en el norte de África y el sur de Europa; todo esto, según diversos portales, entre ellos http://www.fuenteodernatural.org/

El asunto es que zampándome un alcaucil y leyendo acerca de la riqueza medicinal que posee, se me ocurrió pensar si no existiría un alcaucil nanotecnológico o nanoalcaucil; es decir, un alcaucil que sin modificar sus propiedades químicas, solo sus propiedades físicas, fuera más fácil de engullir.

Composición química del alcaucil:
Agua 88%Hidratos de carbono 7, 5% (fibra 3, 5%)Proteínas 2, 3%Lípidos 0, 1%Potasio 570 mg/100 gSodio 35 mg/100 gFósforo 80 mg/100 gCalcio 45 mg/100 gVitamina C 9 mg/100 gVitamina A 17 microgramos/100 gVitamina B1 0, 1 mg/100 g
Fuente: http://fichas.infojardin.com/hortalizas-verduras/alcachofas-alcaucil-alconcil-cardo-comer.htm


Y no sé porqué, deslumbrado frente a tantas ventajas medicinales que tiene el alcaucil, recordé la famosa tesis del Impacto Mínimo.
En un artículo que hizo historia y creó no pocas polémicas, los hermanos JB y SM McKinlay cuestionaron, hace ya 30 años, la contribución de las intervenciones médicas en el descenso de las tasas de mortalidad en Estados Unidos, desde el año 1900. En otras palabras, se preguntaron qué corcho –o más científicamente, qué catzo- había hecho la medicina farmacológica, para que no nos muramos tan jóvenes. Ni tan adultos. Sino, mas bien, viejitos. Y sostuvieron que, a lo sumo, un 3,5 % del descenso de la tasa de mortalidad –leyó bien, tres coma cinco por ciento- (entre 1900 y 1973) era atribuible a las intervenciones de la ciencia. Pero hicieron más. Presentaron datos que mostraron que en el caso de muchas enfermedades infecciosas (escarlatina, sarampión, tifoidea y tuberculosis) las intervenciones médicas se aplicaron muchas décadas después de que se constatara un marcado descenso de la mortandad ocasionada por estas enfermedades. Por cierto, existen muchos estudios anteriores y posteriores al de los McKinley, que llegan a las mismas conclusiones.

Hacia 2003, esta tesis, conocida como la Tesis del Impacto Mínimo, ya se consideraba “convencional”, es decir, estaba apoyada sobre una base estadística probada. ¿Cóooomo?, yes mai frén; los estudios demuestran que los descensos en la mortalidad deben atribuirse, en verdad, a las mejoras en la nutrición y en la higiene, que reducen la exposición a los agentes causantes de las enfermedades infecto-contagiosas, por ejemplo, y son la causa real del descenso de estas tasas. Es dable suponer que en todo el mundo sucedió algo similar y tal vez una prueba de ello, es que ante la pauperización de las condiciones de alimentación y de higiene adecuadas en las últimos veinte años, sobre todo en Latinoamérica, muchas enfermedades que se creían erradicadas, han tenido una reaparición dramática.
O sea que, durante décadas, en forma lenta pero segura, la humanidad fue superando una enfermedad tras otra. Sin embargo, quienes diseñan y deciden las hojas de ruta de las investigaciones y asignan las prioridades de las inversiones científicas, (los que ponen el parné para investigaciones científicas y sus asesores) rechazan esta tesis, lo cual mantiene las pautas de inversión que vienen fracasando en los últimos 25 años, según lo reconoce la experta británica, Palie Smart.
Visto así, la ciencia médica sería como la coca-cola daiet: no es que no engorde esta cocucha; menos, que haga adelgazar. Todo lo que sucede es que posee sustitutos del azúcar y azúcares sintéticos aunque igual cantidad de cafeína respecto de la coca común; es decir, efectivamente se trata de una coca para gorditos adictos a la coca-cola que se hacen la cabeza que por ser daiet, no engorda.

Claro que no engorda... la cocacola y la botella no engordan, porque lo que es el gordito vicioso de la cocucha, ése sigue engordando...

Con la ciencia médica ocurre algo parecido: no adelgaza las enfermedades; tal vez sí, evita que engorden tanto, digamos así. Pareciera que la ciencia médica solo logra prolongar la expectativa que la enfermedad no engorde... ¡Claro que no es poco! También para el gordito adicto a la cocucha, prolongar la expectativa de no engordar mucho, es bastante; pero para la malaria o para el SIDA, por ejemplo, prolongar la expectativa de no engordarla es insuficiente.
Un informe del Grupo ETC., sostiene que los donantes de la Organización de Cooperación para el Desarrollo Económico (OCDE), no pudieron proporcionar los mosquiteros necesarios a los países asolados por la malaria, y, en otro ejemplo, asegura que entregaron un solo condón por adulto al año, para combatir el VIH/SIDA en el Sur global. (ver página web de la organización, sobre nanomedicina http://www.etcgroup.org/es/materiales/publicaciones.html )
Ni hablar sobre dotar de remedios contra la malaria o el SIDA.
Para este tipo de enfermedades, no se trata de prolongar la expectativa que no se incrementen, sino, evitarlas. Y mejor que aplicar remedios es aplicar prevención, que es mucho más barato que cualquier remedio o cacacola daiet: esto es, mosquiteros y preservativos; así como para el gordito de nuestro ejemplo, mejor es el agüita[1]. Pero entonces, la decisión es política, no ya científica. Para el gordito, también. La canción sigue siendo la misma, diría Led Zeppelin.
Partiendo de esta célebre tesis del Impacto Mínimo, la pregunta es: ¿dónde miércole radica, entonces, el progreso de la ciencia médica? Y no solo eso, sino, ¿qué significa progreso en la Sociedad del Conocimiento y la Información; es decir, en nuestra sociedad?

Nuestra noción de progreso está en tela de juicio, no solo a partir de los efectos del cambio climático desatados por la sociedad industrial y pos-industrial, sino también por el escuálido desempeño que los avances y desarrollos de la ciencia y la tecnología, han tenido en los países y sectores más pobres del planeta, quienes, paradojicamente, son los más necesitados de ellos y los que, para completar esta oferta, sufren sus efectos secundarios negativos.

En un muy buen artículo, el periodista boliviano Guimer Zambrana S. (http://www.erbol.com.bo/ ) cita al español Manuel Chaparro quien afirma la existencia de estudios que demostrarían que si todos los países del mundo alcanzaran el nivel de vida y consumo de Inglaterra, serían necesarios tres planetas para conseguir la energía y depositar la basura de semejante “progreso”.

residuos patogénicos (foto: http://noalaincineracion.org/)

La idea de progreso, siempre tan fatalmente asociada a lo económico y a la producción de bienes y objetos de consumo, debe ser tomada por la sociedad, por cada uno de nosotros, para reorientarla y redefinirla en forma participativa (entre todos, ¿vió?) y poder acceder no solo a los avances científicos, sino participar de sus discusiones. ¿L0 QUÉÉÉÉÉ? Yes, mai frén. Aplicada a la ciencia, una idea posible de progreso es la creación de un Ágora, una plaza y una discusión pública permanente, sobre lo que la comunidad (nosotros) precisa y re-quiere de la Comunidad Científica, a la vez de escuchar los sueños y posibilidades de la comunidad científica, a la hora de investigar. Y esto, porque la ciencia es un collage no es un sistema. (Feyerabend)

La ciencia es un arte; solo los laboratorios la hacen aparecer como la Metafísica del Tratado de los 7 Rayos; o sea, un mambo de y para ocultistas.

La ciencia es como una melodía de la naturaleza que los científicos deberían hacernos disfrutar, como disfrutan ellos al investigar. Como si fuesen Led Zeppelin.

Para Feyerabend, tanto la experiencia histórica como los principios democráticos, indican que lo mejor que nos puede pasar (y con la genética y las clonaciones instaladas como nuevas armas políticas, la prioridad se evidencia) es que la ciencia permanezca bajo el control público, que nunca es estatal, porque al no ser objetiva (la ciencia), es fácil presa de todo tipo de intereses. Los hermanos McKinley piensan igual, nuestras certezas respecto de la ciencia son cada vez menos y las dudas, cada vez más. Solo pequeñas dudas científicas acerca de la ciencia.

Por eso es necesario sacar el laboratorio a los espacios públicos; para que todos sepamos de lo qué se trata. Sin ese debate, podemos caer en el absurdo que han caído en el Estado de Florida (EEUU, ¿vió?), donde por falta de debate público, todavía subsiste una norma que prohíbe mantener relaciones sexuales con un puerco-espín. (http://www.dumblaws.com/laws/united-states/florida )


Señorita intentando seducir a un puerco espín

Después de tanta cosa, pensé que por las dudas, hasta que los laboratorios comiencen un debate público, mejor que el alcaucil siga como está, sin pasar al status de “nano-alcaucil”; y es que seguramente que gran parte de su sabor, consiste en mojar cada hojita en el caldo con limón y pimienta...
(¡Con un puerco-espín! ¿A quién se le ocurriría?)
Pit Bull tras querer mantener relaciones impropias con un puerco espín

[1] Según un estudio realizado en la Universidad de Washington, en el 37% de los norteamericanos, el mecanismo de la sed es tan débil que con frecuencia lo confunden con hambre. ¡Imagínese! Ud tiene sed pero se confunde y en lugar de 7UP, come papafritas bien saladas y picantes... Según el mismo estudio, aún una deshidratación imperceptible, retardará el metabolismo tanto como un 3%. En cambio, un simple y humilde vaso de agua, calmará el hambre a media noche en casi un 100% de los casos bajo dieta adelgazante.

La Bioética es un Revolver Caliente

A partir del Juicio de Nuremberg contra el consorcio farmacologico-militar IG Farben y hasta hoy, clonaciones mediante, el gran debate de las ciencias y la tecnología se centra en los aspectos éticos de las investigaciones, algo que podría estar reunificando las ciencias.


"Hapiness is a warm gun", The Beatles. No se trata de ironía, apenas una meta-metáfora...




DE NUREMBERG A LA CLONACIÓN

Telford Taylor, el acusador jefe norteamericano, en su alegato de apertura a los procesos de crímenes de guerra de Nuremberg contra los gerentes del cartel químico y farmacéutico, IG Farben, denunció: ”Fue su propósito de transformar la nación alemana en una máquina militar, para imponer su poder en Europa y los estados fuera de Europa. Fueron los tejedores del enrejado negro de la muerte, el cual se extendió sobre Europa.” (De los Documentos originales contra el cartel químico y farmaceutico de Nuremberg, Profit Over Life).
Microfilm del Archivo de Nuremberg donde se acusa a IG Farber. Foto: Profit over Life

La acusación contra el Trust Químico (grupo de empresas, unidas para monopolizar el mercado y controlar los precios en su propio beneficio) que encumbró a Hitler en el poder y planificó la 2da Guerra Mundial, fue, durante el Juicio, una de las espinas dorsales del mismo. La información, por acuerdos entre la IG Farben y EEUU, nunca se difundió oficialmente y la acusación cayó en el olvido. Ninguno de los acusados fue condenado.
(ver archivos de Nuremberg: http://www.profit-over-life.org/international/espanol/index.html, en español y varios idiomas)

IG (interessengemeinschef) Farben estaba conformada por Bayer, BASF, Agfa, Hoechst, Badische Anilin y Soda Fabrik. Creada en 1904 y corroborada en 1916, tuvo el objetivo de controlar el mercado mundial de la Química, lo cual incluía la fabricación de explosivos. Todos los miembros de la estructura que gobernaba el trust fueron funcionarios durante los años del nazismo. De hecho, los terrenos sobre los que se montó Auschwitz, eran propiedad de IG Farben.
Tras la guerra, los aliados dividieron IG Farben y Bayer sacó el mejor provecho. Hoy, productos de aquella época como la fibra sintética Perlon, materias primas para elaborar pinturas, las sulfamidas o la solución de sales de plata, son rentabilizados por Bayer.

Telford Taylor, el acusador jefe norteamericano. Foto: Profit over Life

Bayer niega continuidad o siquiera vínculos con IG Farben. Mel Weiss, abogado estadounidense de Eva Kor, una de las cobayas humanas del médico nazi, Helmuth Vetter, ha afirmado ante las excusas de Bayer: “Claro que son ellos. Hemos seguido sus finanzas, sus transacciones, su lista de personal, y son los mismos; la Bayer de la Segunda Guerra Mundial es la misma de hoy”.
(Marta Durán, Boris Kanzleiter y Leonarda Reyes, “Bayer: el negocio del miedo”, El Corresponsal de Medio Oriente y África, 22 de noviembre de 2001).

No obstante, todas estas compañías, hasta hoy, gozan de una excelente salud empresarial y financiera y su reputación no está cuestionada en los grandes medios, a pesar que no han modificado gran cosa sus conductas desde entonces. Veamos:

Bayer y la heroína
Corría 1974 cuando Lou Reed (Velvet Underground) cantaba “heroin, it’s my wife and it’s my life”, (Heroína, es mi esposa y es mi vida). Pero el directorio de Bayer y sus accionistas no eran rockeros. Recibe su nombre del alemán heroisch, (heroicamente) por sus supuestos efectos energéticos aunque en verdad se trata de la droga más peligrosa del mundo; una sustancia que Bayer comenzó vendiendo como medicamento y que empezó a circular por las venas de las personas en 1898, cuando Bayer solo la había experimentado en gatos, peces, cobayas y “en sus propios empleados y sus hijos”, según el Observatorio de Actividades de Bayer. Bayer, que sin haber realizado estudios clínicos serios, aseguraba que la heroína era inofensiva para la salud humana, que no provocaba adicción y que era eficaz para cólicos en bebés, asma, epilepsia o cáncer intestinal había realizado una campaña de publicidad muy agresiva y repartió pruebas gratuitas entre los médicos. En Alemania fue prohibida en 1971, después de venderse como fármaco por más de 7 décadas. Hoy no puede comercializarse y sus usos científicos virtualmente no existen.

Gracias a los 400 parlamentarios con que Bayer cuenta en su país y en el parlamento europeo y que son ex funcionarios de la compañía, mantuvieron el Lipobay (Cerivastatina), un medicamento contra el colesterol sin las suficientes contrapuebas, que ocasionó miles de muertes por infartos y deficiencias cardíacas. Bayer buscaba ingresar en el mercado de los medicamentos contra el colesterol, territorio de las multinacionales norteamericanas. Pese a las muertes, nuevamente la compañía no sufrió demanda alguna en su contra.

Aspirina, el Mito y la Marca
Algo similar sucede con la aspirina. La administración de ácido acetilsalicílico (AAS) en niños y adolescentes durante una enfermedad viral, varicela o un proceso febril, se ha asociado con la aparición del Síndrome de Reye (SR), una enfermedad poco frecuente pero grave, según la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios. Desde junio de 2003, en algunos países, la aspirina infantil no puede ofrecerse a menores de dieciséis años. Su uso en menores de 12 años Gran Bretaña, está prohibido desde 1986. Un medicamento que está contraindicado para una simple fiebre, es el fármaco más conocido y consumido del planeta.

El famoso producto de Bayer. Foto: web site de la Compañía.

Bayer produce 50.000 toneladas anuales de aspirina y es ingerida por 2.000 personas por segundo, aunque el SR puede causar la muerte. En la actualidad, excepto la Tevaspirin (TEVA), que no parece presentar contraindicaciones, todas las compañías químicas fabrican productos similares. El debate sobre la obligación de aumentar las advertencias de analgésicos de gran consumo como la aspirina, ha llegado a grandes medios de comunicación como The Wall Street Journal o The New York Times. La automedicación con aspirina, en Argentina, es fomentada por Bayer con su publicidad. En Brasil, la compañía ha sido obligada a retirar los anuncios que mostraban la necesidad de ingerir dos comprimidos por día para combatir los dolores corporales.

En el libro “Traficantes de salud: Cómo nos venden medicamentos peligrosos y juegan con la enfermedad”, Miguel Jara (Madrid, 1971) periodista especializado en la investigación y análisis de temas de salud y ecología, sostiene que los medicamentos han pasado de ser bienes esenciales a simples objetos de consumo.

El libro muestra cómo se inventan enfermedades para crear nuevos mercados y convertir en pacientes, a personas sanas; cómo se manipulan los ensayos clínicos a favor de los laboratorios, cómo se controla a los medios de comunicación o cómo se espía a los ciudadanos a través de la receta médica o mediante la implantación de la tecnología de radiofrecuencias en los envases.

Tapa del Libro “Traficantes de Salud”. Foto: blog del autor.

En una entrevista que le realizara Belén Macías Marín para el periódico Diagonal (http://www.diagonalperiodico.net/article3044.html), Jara confirma sus denuncias: “más de 835 personas mueren en EE UU todos los días por estos efectos. Sería el mismo número de muertes que si se estrellaran tres aviones cada día. Los datos que expongo en el libro son de un estudio científico del año 2001 publicado en la revista JAMA (Journal of American Medical Association), Pero con posterioridad, un estudio publicado en Annals of Internal Medicine muestra que los efectos adversos de los fármacos en EE UU son ya la primera causa de muerte.”

Y continúa, más adelante, “Todos los medicamentos tienen un punto de peligro porque son sustancias tóxicas que el cuerpo no reconoce”.

CONEJILLOS en la INDIA
Uno de los factores del crecimiento económico de la India, es el establecimiento de las más importantes industrias farmacéuticas del mundo y sus inversiones para desarrollar nuevos productos. India dispone de una buena infraestructura para la investigación, menores costos y personal médico calificado. Sin embargo este éxito tiene una cara oculta: la gran cantidad de enfermos pobres y sin educación que se utilizan como conejillos de indias para experimentar nuevas drogas.

Un artículo de The Wall Street Journal del 2005, da cuenta que el 90 por ciento del presupuesto de investigación médica global, está destinado a enfermedades que equivalen a sólo el 10 por ciento de las que aquejan al mundo. Así, mientras 500 millones de casos de malaria se extienden por los países en desarrollo, los pobres de la India, Africa y Sudamérica hacen fila para recibir dosis experimentales de las últimas drogas contra la artritis, las enfermedades cardíacas y la obesidad, problemas comunes en el mundo desarrollado.

Las Gripes de Rumsfeld
El tema de la gripe aviar alcanzó altos niveles mediáticos y de alarma en la población mundial hace 4 años. Luego las aguas se aquietaron. Se habló de una pandemia (enfermedad que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región) de gripe aviar y se la comparó con la de influenza o “gripe española”, que costó 50 millones de vidas en el planeta hacia 1920. Se recomendó, entonces, el antiviral Tamiflu, comercializado por la suiza Roche, que en poco tiempo incrementó los ingresos por su venta de 254 millones de dólares en 2004 a 1.000 millones en 2005. Sin embargo, la realidad es que la eficacia del Tamiflu era cuestionada por gran parte de la comunidad científica: muchos se preguntaron cómo se esperaba que pudiera servir ante un virus mutante cuando apenas alivia algunos síntomas, y no siempre, de la gripe común y corriente.

Hasta el año 1996 el Tamiflu, era propiedad de la empresa Gilead Sciences Inc., que ese año vendió la patente a los laboratorios Roche. Su presidente era Donald Rumsfeld, el ahora ex- secretario de Defensa de EEUU. Con su ayuda y la de científicos y políticos, se generó una alarma mundial.

Logotipo de Tamiflu y Donald Rumsfeld. Foto: website de Gilead Sciencies

Hacia 1970, Rumsfeld aparece unido a una vacunación generalizada contra una supuesta gripe del cerdo durante la presidencia de Gerald Ford, cuyo resultado fue más de 50 muertos a causa de los efectos de la vacuna, no del cerdo.

Rumsfeld vuelve a aparecer en la escena científica con la compra del Vistide, fármaco adquirido masivamente por el Pentágono para evitar los efectos secundarios de la vacuna contra la viruela entre los soldados norteamericanos que iban a ser enviados a Irak. El Vistide también era un producto del laboratorio Gilead Sciences Inc.
(ver: http://www.gilead.com/wt/sec/pr_933190157/ )

Bioética: La Reunificación de las Ciencias
El término “bioética” fue utilizado por primera vez por V. R. Potter, hacia 1970. Aludía así a los problemas que el desarrollo de la tecnología planteaba a un mundo en plena crisis de valores. Potter buscaba superar la ruptura entre la Ciencia y la Tecnología de un lado y las Humanidades de otro.

La bioética surge como un intento de establecer un puente entre las ciencias “duras” (experimentales) y las humanísticas (o “blandas”) y abarca las relaciones entre biología, medicina, química, política, derecho, filosofía, sociología, antropología y teología.

Algunas cuestiones tratadas en bioética son: Aborto inducido, Calidad de vida, Clonación humana, Derechos de los animales, Desarrollo sostenible, Donación de órganos, Drogas, Eutanasia, Genética, Inseminación artificial, Investigación con células madre, Investigación y ensayos clínicos, Métodos anticonceptivos, Reproducción asistida, Sexualidad, Sida, Suicidio, Trasplantes, Tratamiento del dolor o Vida artificial.
Dra. en Filosofía y especialista en Bioética, la argentina Florencia Luna, en un reportaje realizado por Laura García Oviedo para la Agencia CyTA-Instituto Leloir (julio 2008), sostiene que durante la investigación, ya sea en los ensayos clínicos, en la investigación básica y/o en los estudios con animales, suelen aparecer conflictos éticos. La Bioética brinda posibilidades de resolverlos “mediante diferentes recursos, como la utilización del consentimiento informado y la ecuación riesgo-beneficio”.

Dra. Florencia Luna. Foto: Agencia De Noticias Científicas Y Tecnológicas Cyta - Instituto Leloir

En el contexto del juicio de Nüremberg, se creó el Código de Nüremberg, el primer código de bioética que fuera redactado por abogados. Se lo puede consultar aquí:
http://www.esteve.org/FEsteve/content/publicaciones/docInteres/1074785709.67/1074785770.97/esdoc.pdf

“Es un documento de tipo ético, que no brinda la posibilidad de una sanción. Implica un desprestigio para los investigadores que no lo cumplen, que no es lo mismo que llevarlos presos.”, dice Luna.

Casi 20 años después, en 1964, se redactó la Declaración de Helsinki, luego de la denominada “época dorada” de la investigación en los Estados Unidos. “Habían ocurrido una serie de abusos que pusieron en peligro la salud y la vida de las personas. Uno podría preguntarse por qué el Código de Nüremberg no tuvo el eco suficiente. Pero había prejuicios de que ese código estaba vinculado con los médicos nazis y que no se aplicaba a la investigación de la post-guerra. Los investigadores, que estaban incursionando en el área terapéutica, pasaron por alto las indicaciones del Código de Nüremberg. De todos modos, no era muy aplicable en algunos casos. El consentimiento informado en ese documento era muy detallado. Exigía que los pacientes fueran adultos, y en realidad, hay muchas investigaciones que involucran a niños.”

El consentimiento informado es el proceso por el cual al paciente se le explica todo lo que va a involucrar su participación en un estudio. Se le informa que se puede retirar en cualquier momento, cuáles son los riesgos, los beneficios y los tratamientos alternativos. Las personas aceptan participar o no.

“Es interesante observar que no sólo en un período de guerra, cuando los médicos se vuelven “locos”, se puede llegar a investigaciones tan abusivas. En condiciones “normales”, e incluso en la denominada época dorada de la investigación, siguen ocurriendo grandes abusos. Muchas veces, por la soberbia de los investigadores de buscar el conocimiento a toda costa, y no tener en cuenta a qué podían estar sometiendo a las personas.

“Si una investigación se hizo, y no cumple con Helsinki, es muy probable que no sea publicada en las revistas internacionales más respetadas.” (F. Luna, op.cit.).

La Bioética no deja de ser una especulación teorética; sin embargo, reflejar constantemente sus discusiones, es una manera de informar a las personas sobre los límites, las regulaciones y la vigilancia social que se deben ejercer sobre la investigación científica.
Es que aún hoy, la ciencia tiene “lados oscuros” y una deuda social que no es pequeña y que se agiganta, cual sombra chinesca, frente a los precios de los medicamentos.

PRINCIPALES REGULACIONES Y DOCUMENTOS
Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948)
Código de Nuremberg (1947)
Declaración de Helsinki (1964)
Declaración de Tokio (1975)
Informe Belmont (1979)
Declaración de Manila (1980)
Convenio para la protección de los Derechos Humanos y la Dignidad del Ser Humano con respecto a las aplicaciones de la Biología y la Medicina (Convenio sobre Derechos Humanos y Biomedicina o "Convención de Asturias de Bioética"), Consejo de Europa (1997)
Declaración Universal sobre el Genoma y los Derechos Humanos, UNESCO (1997)
Declaración Internacional sobre los Datos Genéticos Humanos, UNESCO (2003)
Declaración Internacional sobre Bioética y Derechos Humanos, UNESCO (2005)