Los árboles artificiales como espantamoscas gigantes y enormes molinos para generar energía eólica, podrían ser un paisaje cotidiano dentro de 20 años.
Ilustración: Intitutions of Mechanical Engineers
¿Va el mambo de la tecnología o la tecnología se va de mambo?
Para leer el siguiente post, pero sobre todo, para reflexionar acerca de los caminos que nos propone la tecnología, le dejo "Epitafio", de King Crimson, aquella extraordinaria banda liderada por el guitarrista Robert Frip, en uno de sus mejores trabajos "In the Court of the Crimson King".
Para leer el siguiente post, pero sobre todo, para reflexionar acerca de los caminos que nos propone la tecnología, le dejo "Epitafio", de King Crimson, aquella extraordinaria banda liderada por el guitarrista Robert Frip, en uno de sus mejores trabajos "In the Court of the Crimson King".
Espantamoscas gigantes en forma de "árboles sintéticos" a lo largo de la carretera que te lleva a la oficina. Los espanta-moscas gigantes están hechos de tubos horizontales. Dentro de ellos, crecen floraciones de algas y el techo refleja el calor hacia el cielo: todo ello en pos de ¿reducir? los efectos del calentamiento global.
Este cuadro podría resultar un paisaje familiar en las próximas dos décadas. La propuesta parece seria: está siendo investigada por Institution of Mechanical Engineers y tiene como objetivo literal "alterar clima mundial con nueva tecnología". Es casi seguro que esos artefactos lograrán alterar el clima y hasta destemplar la psiquis del los automovilistas, que ya ni siquiera dispondrán de ese verde que nos regala el follaje de los árboles. Solo de espanta-moscas gigantes.
Un día después John Prescott, ex Viceprimer Ministro y Secretario de Ambiente, advirtió que la solución más prometedora es esta, ofrecida por árboles artificiales, dispositivos que recogen el CO2 mediante sus "hojas" y lo convierten a una forma que fácilmente puede almacenarse. No olvidemos que las algas absorben grandes cantidades de CO2. Tim Fox, jefe de ambiente y cambio climático de la institución de ingenieros, por su parte, asegura que los dispositivos fueron miles de veces más eficaces en eliminar carbono del atmósfera que árboles reales.
El profesor Lackner estima que en producción las unidades costaría $ 20.000 cada una.
El informe recomienda que las algas podrían ser utilizadas como combustible en foto-biorreactores, proporcionando energía a generadores mientras utiliza el CO2 emitido. Esta tecnología ha aún debe probar su eficacia.
¿Producir más artefactos -fabricar los tubos que contengan las algas, los soportes, etc- con el consiguiente uso de energía fósil, será la solución a la contaminación?
¿O el cambio climático producido por el CO2 es, decididamente, el último gran negocio?
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