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lunes, 13 de julio de 2009

ENERGÍAS ¿RENOVABLES?

El boom de los biocombustibles podría ser un negocio escudado tras el cambio climático. La ciencia habla de ‘agro-combustibles’ y critica su impacto negativo fulminante. Mientras tanto, no está claro si se debe seguir destinando fondos para investigar el desarrollo de energías que tal vez, sean más alternativas que renovables. El debate está abierto, pero ¿a qué costo?

Agro-Combustibles vs. Bio-Combustilbles
Sugiero leer la nota, escuchando la canción "Madre Selva" de Luis Spinetta. Luego, volver a escuchar el tema.
Una joya de la década del '70.



Portada de la revista Time, abril 2008. (Copyleft Creative Commons)

Cuando hace casi dos años, el convaleciente líder cubano Fidel Castro lanzó a las principales redacciones periodísticas del mundo un alarmista artículo, donde anticipaba una crisis de alimentos, destacando la producción de “biocombustibles” como uno de sus factores desencadenantes, la mayoría ni se tomó la molestia de leer el análisis, descartándolo como "propaganda" y/o "cortina de humo" para desviar la atención sobre los problemas de la Isla.

Nadie imaginaba que sólo pocos días después, el pundonoroso London School of Economics and Political Science, saldría a refrendar dicho análisis sosteniendo que, efectivamente, el desvío de millones de toneladas de cereales hacia la fabricación de combustible provocaría un alza en las cotizaciones de los cereales y la escasez de éstos como alimento.

La feroz crisis de alimentos que padeció el mundo hace un año atrás –que hoy se mantiene, aunque solapada bajo el manto de silencio de los grandes medios de comunicación, gripe porcina mediante- amenazaba y amenaza con transformarse en la principal protesta social global que hasta podría unir a los pueblos de los países más desarrollados con los más pobres del orbe. Bienvenidos al mundo de hoy. Como efecto colateral, el precio de las tierras se multiplicó varias veces y desató el estallido de la burbuja hipotecaria.

La producción de biocombustibles pareciera ser más un negocio escudado en el fabuloso negocio de la lucha contra el cambio climático, antes que una solución real a la contaminación provocada por el uso de combustibles fósiles. Varios científicos sostienen que debieran ser llamados "agro-combustibles".

La diferenciación no es sólo semántica: etimológicamente "bio" significa vida, aunque hoy, social, económica y políticamente, es un término estrechamente vinculado al uso responsable y sostenible del medioambiente y tiene una connotación positiva; en realidad, los bio-combustibles provocan la destrucción masiva de bio-diversidad y, más dramáticamente, la destrucción de culturas indígenas y campesinas.

¿Cómo? Porque las millonarias subvenciones otorgadas por la UE y los EE.UU. a los cultivos destinados a la producción de estos ‘bio-combustibles’, están causando deforestación, incendios forestales, erosión de suelos, incremento exponencial del modelo agroindustrial con el consecuente incremento de consumo de hidrocarburos para maquinaria y transporte; aumento del uso de pesticidas, herbicidas y abonos químicos. Un gran negocio para muchachada como la de Monsanto, entre otras. Esto, sin mencionar los costos sociales, más devastadores aún: concentración de tierras y su correlativa burbuja hipotecaria; desplazamiento forzoso de comunidades enteras hacia las urbes –con los consecuentes incrementos de cordones de miseria-, aumento de violencia contra la población indígena y campesina (el ejemplo de Argentina y Chile, bajo gobiernos de corte progresista, es patético), aumento del consumo de agua y menos tierras dedicadas a la producción de alimentos.

¿Qué son los agro-combustibles? Existen dos tipos: el "biodiesel" y el "bio-etanol". El "biodiesel" –o más correctamente, el "agro-diesel", como lo entiende Hendrik Vaneeckhaute- se obtiene a partir del procesamiento de aceites vegetales obtenidos de cultivos como colza, girasol, soja, maíz o palma africana. En principio se puede utilizar sin adaptación de los motores, con rendimientos similares y una menor contaminación. En EE.UU. se comercializa el llamado "B20", una mezcla del 20% de agrodiesel y el 80% de diesel normal. (El "B100" significa agrodiesel al 100%, sin mezcla alguna).

El "bioetanol" o etanol, es un alcohol que se obtiene del azúcar de la remolacha, la caña, el almidón de maíz, la cebada o trigo. Se mezcla con gasolina en diferentes proporciones. La ‘E5’, 5% de etanol y 95% de gasolina, es la actual propuesta de la UE. Se prevé el aumento hasta el ‘E10’ (la utilizada en EEUU), dado que no sería necesario ningún cambio en los motores.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estima que, para sustituir el 10% de la demanda actual de combustibles de la UE, habría que dedicar el 70% de la superficie agrícola europea.

El aceite de la palma africana es un buen ejemplo del impacto devastador de los agro-combustibles. Holanda, líder europeo en el uso de la llamada "energía verde", ha suspendido las subvenciones al aceite de palma. Varios estudios demostraron que la producción masiva de aceite de palma ha catapultado a la poco industrializada Indonesia, como uno de los 5 principales emisores de gases con efecto invernadero, sobre todo por la conversión masiva de bosque tropical en monocultivos de palma, los gigantescos incendios para despejar los terrenos y el uso intensivo de abonos químicos.

Según la FAO, hasta 500 millones de hectáreas de tierras arables desaparecerán en el tercer mundo a causa de estas prácticas.

En una entrevista publicada por el matutino argentino Página12, Jean Ziegler, relator de la ONU sobre alimentación, decía que en 2007, en EE.UU. se quemaron 131.000 millones de toneladas de maíz, 1/3 de su cosecha, más otros centenares de millones de toneladas de cereales, para fabricar agro-carburantes. Y ejemplificaba, “llenar con 50 litros de bio-etanol el depósito de un vehículo de turismo normal, requiere quemar 358 kilos de maíz. Y con 358 kilos de maíz un niño mexicano o de Zambia, por citar dos países donde el maíz es alimento básico, puede vivir durante un año".

¿Cuáles son los biocombustibles?

El biocombustible sería aquel que, derivado de los recursos naturales renovables, mejorara la calidad ambiental. En Israel existen varias investigaciones al respecto, de las que citaremos apenas dos o tres.

La más interesante de ellas se viene desarrollando desde hace unos dos años y podría tener alcances de revolución en la materia. La empresa israelí Seambiotic encontró la forma de producir biocombustible mediante la canalización de las emisiones de dióxido de carbono hacia piscinas de algas. A través de CO2, las algas prosperan y sirven para la producción de biocombustibles. Seambiotic cree que puede detener las emisiones de dióxido de carbono, a través de un proceso llamado biofijación. La biofijación es una técnica que consiste en aprovechar la mayor eficiencia fotosintética de las algas unicelulares, para absorber el CO2 de la atmósfera o de un flujo de gases de combustión, produciendo biomasa útil.

Las ventajas respecto a las plantaciones forestales son:
1) Las algas son de 3 a 10 veces más eficientes que las plantas. Pueden fijar de 50 a 400 ton CO2/ha año.

2) Pueden respirar CO2 puro o mezclado con otros gases de combustión como los NOx. Ello permite realizar sistemas muy compactos.

3) Para metabolizar el CO2 necesitan sólo la luz del sol, y nutrientes como N, P y K. Estos abundan en las aguas residuales, por lo que es posible depurar aguas y gases de combustión en una misma instalación.

4) A diferencia de los árboles, las algas unicelulares pueden utilizar aguas salobres o marinas, por lo que la implantación de sistemas de biofijación puede llevarse a cabo en zonas no aptas para cultivos tradicionales o forestales.

Primer plano de una piscina de Algas de Seambiotc en la ciudad de Ashkelon, en el sur de Israel. Foto: website de la empresa


La biofijación de CO2 es una técnica natural, pues imita lo que sucede en los océanos. Recordemos que el 75% del oxígeno que respiramos fue liberado a la atmósfera por el fitoplancton marino. “Las algas crecen rápido y continuamente” dijo el CEO de Seambiotic Amnon Bechar. “Un estanque de algas puede producir combustible los 365 días del año, y mucho más combustible por hectárea de terreno, que los cultivos tradicionales de plantas”.

Los estudios vienen demostrando que las algas son uno de los más prometedores biocombustibles. Son capaces de producir 30 veces más combustible por acre (4.000 m2) que las cosechas usadas para la producción de agrocombustibles; además, el combustible de algas no es tóxico, no contiene sulfuros y es altamente biodegradable.

La granja piloto de la empresa en Ashkelon usa las algas para asimilar las emisiones de dióxido de carbono de las plantas de energía. Seambiotic tiene ocho piscinas de algas, que cubren un cuarto de acre, están llenas con la misma agua de mar usada para enfriar la planta de energía. La empresa viene captando el interés en todo el mundo, especialmente de Brasil, uno de los líderes en la producción de agrocombustibles.


Vista panorámica de las piscinas de algas de Seambiotic en Ashkelon. Foto: website de la empresa.


Pueden ver el video de esta planta en: http://www.seambiotic.com/video/

Hace un año atrás, en Julio de 2008, durante la conferencia del G8 llevada a cabo en la isla de Hokkaido, Japón pidió reconsiderar a los biocombustibles como una alternativa para afrontar el cambio climático. Recientemente, Lula (el político más popular del planeta, según Obama) planteó algo similar. Para Lula los motivos son claros: Brasil lleva años de inversión en la materia. Y no están dispuestos a tirarlos a la basura.

"Culpar a los biocombustibles por la crisis alimentaria es un desvío del problema real, que pasa por la superpoblación del planeta, que lleva a un rápido incremento en el uso de combustibles fósiles y a un mayor recalentamiento", dijo a IPS, Mike Taylor, gerente de finanzas de la consultora Asia Resource Partners, con sede en Tokio.

"No estoy sugiriendo que la solución al problema es sencilla, pero en última instancia se trata del concepto económico elemental de la oferta y la demanda. La oferta de combustibles fósiles es limitada y sumada a una creciente demanda, en este caso como en el de cualquier otra materia prima, empuja los precios al alza", agregó.

El director del Consejo Internacional de Alimentos y Política Comercial Agrícola, Hiroshi Shiraiwa, -siempre citado por IPS- también cree que los biocombustibles pueden ser la solución.

"No debemos eliminarlos en tanto resulten sustentables en base a ciertos criterios. Y hacen falta más evaluaciones cuidadosas antes de que lleguemos a la respuesta final", dijo.

Las tecnologías empleadas para producir esos biocombustibles de primera generación no son competitivas en materia de costos frente al petróleo, por ejemplo, y sólo ofrece pequeñas reducciones en emisiones de gases invernadero.

Las de segunda generación apuntan a incrementar la cantidad de biocombustibles que puede producirse a través del empleo de residuos de las cosechas, como tallos, hojas y cáscaras, además de otros elementos que no se destinan a la alimentación, como astillas de madera y pulpa de frutas exprimidas.

Estas tecnologías de segunda generación no estarán disponibles en el corto plazo.

Sin embargo, Dan Meiri, Director General de Agritech Israel, una de las citas de agro-ciencia y agro-tecnología más importantes del mundo, opina que los agro-combustibles son un bluff. Sobre todo los de segunda generación.

“La relación costo-beneficio, sencillamente no cierra, declaró a PUENTE XXI. Ud. debe cultivar demasiada extensión de tierra para obtener escaso combustible. Peor, dedicarse al cultivo para obtener biodiesel sólo genera especulaciones de precios en los productos agrícolas y los encarece. Ya lo hemos visto. No es una solución. Ahora, buscar obtener diesel de los desechos agrícolas, tal vez sea factible. Pero no para desarrollar un potencial grande. Ud. nunca va a poder más que mover los tractores de su propio campo y tal vez, ni eso. Quizá hasta sería mejor buscar otras utilizaciones para los desechos agrícolas. Piense que no solo es necesario comprobar “sí, es factible producir biodiesel de los residuos agrícolas”, sino que además, para que sea económicamente viable, debe poder extraer cantidades importantes de combustible, como para justificar la construcción de plantas de procesamiento, etc. No basta el laboratorio…”

Para Benjamín Koretz, de BrightSource Energy, el problema se plantea en otros términos.
Dr. Benjamin Koretz. Foto: PUENTE XXI

“Deberíamos estar pensando en avanzar hacia la combinación correcta de las fuentes de energía, dijo a PUENTE XXI. Buena parte de la energía eléctrica puede provenir de la energía solar, el viento y el agua, y algunos de la energía nuclear, que será más segura en el futuro; otros más, a partir de gas natural, que es sólo la mitad de contaminante que el carbón.

“Pero el área más difícil es el transporte, donde el petróleo hoy tiene casi la exclusividad. El petróleo es un recurso limitado que puede ser usado para muchos fines valiosos (plásticos y productos químicos, por ejemplo), pero, lamentablemente, insistimos en la utilización por su valor más bajo y que lo consume más rápido que en otros usos.”

Para Koretz, el transporte tendrá que cambiar hacia una combinación de energía eléctrica (vehículos eléctricos) y biocarburantes que no provengan de los cultivos alimentarios o del uso de tierras agrícolas. “Los camiones pueden utilizar los biocombustibles y los camiones más grandes, probablemente puedan ser convertidos a diesel-energía eléctrica, como los trenes y entonces usar biodiesel. A los trenes se los puede convertir en biodiesel y los aviones (12% del uso del petróleo en el transporte) también pueden usar bio-jet-fuel como han demostrado recientemente dos compañías aéreas”.

Campo solar experimental de BrightSource Energy (Luz) en el desierto de Néguev (Israel). Foto: cortesía LUZ II


En una entrevista realizada por este equipo de prensa para Página12 (Argentina) al Prof. Ori Cheshenovsky, Director General del Centro de Nanociencia y nanotecnología de la Universidad de Tel Aviv, explicaba, por ejemplo, que el Instituto Weizman ha desarrollado un nanolubricante para aviones que, además de ser no contaminante, es mucho más barato que el común.

Dr. Ori Cheyenovsky, Director del Centro de Nanociencia de la Universidad de Tel Aviv. Foto: PUENTE XXI
En la propia Universidad de Tel Aviv están abocados al desarrollo de energías baratas y no contaminantes; por ejemplo, han logrado desarrollar una nanobatería, muy pequeña, pero con una altísima capacidad de almacenaje de energía solar. Otro equipo se encuentra trabajando en el desarrollo de paneles solares a partir de algas, lo que hará accesible la energía eléctrica limpia a poblaciones que hoy carecen de ella, donde el costo de la instalación y de la generación será ínfimo.

La polémica está abierta, aunque con un costo por demás elevado: destrucción del medioambiente y el hambre de millones, cuando en verdad, las soluciones son muy baratas. ¿Demasiado baratas para ser un buen negocio?

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