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martes, 23 de junio de 2009

La Ciencia y La Ficción

“La misión de la ciencia es iluminar la vida y no, gobernarla”, escribía M. Bakunin hace más de 150 años. Nietzche, sostenía que el verdadero poder radicaba en el conocimiento. Pocos, mejor que J. G. Ballard, escritor de ese género llamado ciencia ficción y recientemente fallecido, comprendieron en toda su extensión estos pensamientos.

Para leer, sugerimos escuchar "Captain Marvel", de Chic Corea






DE LA CIENCIA A LA FICCIÓN, IDA Y VUELTA...

Ballard no escribe ciencia ficción, comprende el poder del conocimiento científico e intenta alertarnos sobre lo que vendría, tal como Maquiavelo en “El Príncipe” quiso explicarnos cómo nos somete el príncipe. A Ballard le desesperaba lo que él llamaba “la muerte del afecto”, característica de nuestra época y por eso exhibe las atrocidades que vislumbra. Anticipó el cambio climático en El mundo sumergido (62), donde se deshielan los polos y en La sequía (62) y describió las comunidades y barrios cerrados antes de que existieran (High Rise, 1975, Running Wild, 1988 y Noches de cocaína, 1996) sabiendo que el futuro era el aislamiento social. Reflexiones hiper-lúcidas sobre los efectos psicológicos del desarrollo científico, tecnológico y ambiental y sobre el “Progreso”.
J.G. Ballard. Foto: www.dunedinlibraries.com
Estudio donde Ballard solía escribir. Foto: www.guardian.co.uk

Es uno de los escritores preferidos del rock. Basta escuchar ‘Atrocity Exhibition’, de Joy Division; ‘Airbag’ y ‘My Iron Lung’ de Radiohead o ‘Always Crashing in the Same Car’ de David Bowie. Tal vez por eso el punk y el heavy metal lo toman hasta literalmente y no a Jorge Luis Borges, un escritor que amaba el rock porque sostenía que era terrible pero vital y en su cumpleaños, su canción favorita era ‘The Wall’ (Pink Floyd). (María Kodama, La Jornada de Méjico, 30/1/09).

Pero, ¿la ciencia se resume en las anticipaciones punk y heavys de Ballard? Richard Feynman (11/5/1918 – 1988) parece sostener lo contrario. Feynman es el padre de la nanotecnología. En 1959 desafía a trabajar en una escala aún más pequeña que la escala atómica. "Podríamos escribir todo el contenido de la Enciclopaedia Britannica (40 millones de palabras) en la cabeza de un alfiler". Lo dice con la convicción de quien sabe que está iluminando la vida. ‘Hay mucho lugar en el Fondo’, es el título del discurso que inauguraba este siglo. El “Fondo”, claro, era el fondo del átomo.

Richard Feynman, el Premio Nobel de Física que desfiló en el carnaval de Río, tocando percusión. Foto: wikipedia

En verdad Feynman, Premio Nobel de Física en 1965, tenía actitudes más cercanas a Mick Jagger (Rolling Stones) que a un premio nobel. Casi hace estallar un laboratorio por un experimento diseñado para ganar una apuesta; puso su firma para que no cerraran un bar de chicas en topless al cual concurría en forma habitual; acompañó como percusionista obras de teatro independiente y desfiló en una escola de samba en el carnaval de Río tocando el pandeiro. Solía burlarse de los matemáticos: "si pones un teorema matemático en palabras de la calle, queda algo ridículamente obvio. Por ejemplo, el Teorema de Bolzano dice: Si f es una función continua en un intervalo y tiene signos diferentes en los extremos del mismo, existe un punto interior al intervalo en donde la función se anula. En palabras de la calle esto es: Si ahora estás en la playa y luego estás buceando, en algún momento deberías haber cruzado la superficie del mar".
Algo más seriecito era Paul Feyerabend (1924-1994) un filósofo de la ciencia, creador del anarquismo epistemológico y uno de los dos autores de la Tesis de la Inconmensurabilidad.

Paul Feyerabend, en una típica pose científica. Foto: windoweb.com

Contra el método (1975) es una crítica de la lógica del método científico racionalista, apoyada en un estudio detallado de episodios claves de la historia de la ciencia. Denuncia que hay un esfuerzo para encerrar el proceso científico dentro de los límites del racionalismo y que los científicos se someten a restricciones en su manera de pensar, de actuar y de expresarse.

En Adiós a la razón (1987) sostiene que la ciencia es como el arte, en el sentido que no hay un "progreso" ni una "verdad" sino simples cambios de estilo. Las ideas occidentales no son las mejores ni tampoco el ideal al que debe aspirar la humanidad. Atribuye un status equiparable al de la ciencia a la astrología o la medicina alternativa.

Cierto, la revalorización de Ballard vuelve a poner en tela de juicio, no sólo hacia dónde va la ciencia sino la idea misma de ‘progreso’. ¿Este mundo es el “progreso” soñado? Este de hoy, donde a través del celular es posible realizar tomografías a miles de kmts. de distancia; este del chip electro-óptico que trabaja a la velocidad de la luz; el de la píldora cámara (ver El Deber, 17/2/08); el de la nanotecnología que descontamina las aguas de los ríos; éste, que cura y asesina con la misma precisión científica desarrollada exactamente en los mismos laboratorios, tanto para curar como para asesinar.

En abril 08, la revista científica Nature, publicaba en su editorial la necesidad de ‘Abolir la Segregación entre la Ciencia y el Público, explicando la investigación científica mediante lúdicas analogías, para animar el debate con no-especialistas’. Sacar el laboratorio a la calle, de modo que la gente pueda discutir sobre ciencia.
Ori Cheyenovsky, Director del Centro de Nano-Ciencia de la Universidad de Tel Aviv, explicaba que la gente debería hablar sobre ciencia como opina sobre fútbol. Si esto sucediera con la ciencia, seguramente Ballard sería, en efecto, un escritor de ciencia ficción; Feyerabend el Messi de la filosofía de la ciencia y Feynman, hubiera coronado el sueño de Bakunin cuando, con un sarcasmo propio de John Lennon, declaró: “la ciencia es como el sexo. Seguro que tiene un fin práctico, pero no es por ello que lo hacemos”.


Ciencia en estado quimicamente puro. Foto: autorizada de todas maneras...

Es necesario popularizar la ciencia para no caer en el absurdo que han caído en el Estado de Florida (EEUU), donde por falta de debate público, todavía subsiste una norma que prohíbe mantener relaciones sexuales con un puerco-espín (¿?).

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